Discriminación positiva vs. Meritocracia
- María del Carmen Martín Tena
- 14 jun 2018
- 3 Min. de lectura

Esta captura en las calles de Manchester me inspira para inscribir sobre un tema de candente actualidad, con la pretensión de aunar posiciones en materia de políticas de igualdad y cuotas de acceso al empleo para mujeres en el siglo XXI.
"Las políticas de discriminación positiva y de cuotas de empleo para mujeres no van a solucionar un problema que es puramente social y de estereotipia de rol".
Cuando he expuesto mi opinión sobre la materia con esta afirmación, me han tachado de machista y he tenido que escuchar comentarios del tipo "Una mujer machista de las muchas", "Las leyes de discriminación positivas son imprescindible", "Este tipo de mujeres son el lastre para nuestra sociedad", "Si nosotras somos así con nosotros mismas...".
La explicación a mi afirmación no es porque sea machista, ni porque crea que las políticas de discriminación positivas son prescindibles, sino porque considero que el abuso de las mismas podría tener una influencia negativa para la mujer. ¿Que perjuicio pueden tener políticas que se hacen a nuestro favor? (Otra de las frases que he escuchado) Pues corremos el riesgo de que se nos infravalore aun más de lo que ya se hace, a través del pensamiento de que la mujer ocupa un determinado puesto de trabajo por cumplir con una cuota establecida en las políticas y no por mérito propio.
Mi afirmación, no me posiciona en contra de las políticas mencionadas, de hecho, las considero imprescindibles, ya que tal y como afirma Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas (FMP), "el principio de igualdad no significa que debamos tratar a todos de la misma manera, sino que una situación desigual se ha de manejar de modo no equitativo para corregir el desequilibrio”. Ahora bien, para intentar corregir ese desequilibrio hacia la equidad ¿es la respuesta implantar políticas masivas de discriminación positiva? Y aquí es donde hago un matiz en la frase de aquella mujer machista que suponía un lastre para la sociedad...
"Las políticas de discriminación positiva y de cuotas en el acceso al empleo POR SÍ SOLAS, no van a solucionar un problema que es puramente social y de estereotipia de rol".
Desde el ámbito de la intervención psicológica, educativa y social, respeto y agradezco (enormemente) la labor legislativa y de los gobiernos al implantar dichas políticas, pero ello, no supone que trabajemos de forma paralela cada uno en nuestro ámbito y que nos olvidemos del problema real, sino que tomemos perspectiva y trabajemos en conjunto hacia una sociedad equitativa en cuestiones de género. ¿De qué modo? Pues manteniendo e implementando las políticas de discriminación positiva y cuota de acceso al empleo a la vez que se inculcan valores de igualdad y equidad en materia de género. En este sentido, los agentes que tendrían un papel relevante serían la familia y (sobre todo) la escuela, pues tienen una labor fundamental en la educación en valores sobre estereotipia de roles. En vista del problema social, desde la escuela se podrían habilitar espacios de educación en valores (jornadas, contenido escolar concreto en la materia, talleres de sensibilización frecuentes, etc.) donde los ciudadanos den sus primeros pasos en materia de igualdad y equidad de género para contribuir al cambio social sin recurrir de forma masiva a las políticas de cuotas.
Resumiendo, se puede decir que el establecimiento de políticas de discriminación positiva y de cuota de acceso al empleo (de forma no abusiva, para no perjudicar la posición meritocrática de la mujer) junto con una educación en valores (desde que los ciudadanos tienen uso de razón), son el elemento perfecto para iniciar ese cambio de mentalidad que nos puede transportar a una sociedad más equitativa e igualitaria en todos los ámbitos, y entre ellos, en el acceso al empleo.
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